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=?UNKNOWN?Q?Turqu=EDa=2C?= Armenia y la carga de la memoria

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  • =?UNKNOWN?Q?Turqu=EDa=2C?= Armenia y la carga de la memoria

    La Prensa, Panamá
    jueves 21 de abril de 2005


    crímenes.

    Perspectiva

    Turquía, Armenia y la carga de la memoria

    Charles Tannock

    Todas las guerras acaban, tarde o temprano, pero los recuerdos de las
    atrocidades nunca parecen disiparse, como nos recuerdan los
    disturbios antijaponeses, alentados por el Gobierno, que se están
    produciendo ahora en China. El 90º aniversario de las matanzas de
    armenios en 1915, ordenadas por los Jóvenes Turcos que gobernaban el
    imperio otomano y con la ayuda de los kurdos, representa otra herida
    que no sanará, sino que se debe tratarla para que el avance de
    Turquía hacia la adhesión a la Unión Europea prosiga sin problemas.

    Se cree que el genocidio armenio inspiró a los nazis sus planes para
    la exterminación de judíos. Sin embargo, en comparación con el
    Holocausto, muy pocos saben lo suficiente sobre aquel negro episodio.

    En realidad, a la mayoría nos resulta difícil imaginar la escala de
    sufrimiento y devastación infligida al pueblo armenio y sus
    ancestrales tierras natales, pero muchos miembros de la diáspora
    armenia en el mundo, actualmente muy próspera, tienen antepasados
    directos que perecieron y continúan una tradición histórica oral que
    mantiene los recuerdos incandescentes.

    Resulta particularmente irónico que muchos kurdos de las provincias
    sudorientales de Turquía, tras recibir la promesa de apoderarse de
    propiedades armenias y de contar con un lugar garantizado en el cielo
    por matar a infieles, fueran de buen grado cómplices en el genocidio.
    Después se encontraron en el bando perdedor de una larga historia de
    violencia entre sus propias fuerzas separatistas y el ejército turco,
    además de verse sometidos a una política permanente de discriminación
    y asimilación forzosa.

    Históricamente, los antiguos cristianos armenios fueron de los
    pueblos más progresistas de Oriente, pero en el siglo XIX Armenia fue
    dividida entre el Imperio Otomano y Rusia. El sultán Abdulhamit II
    organizó las matanzas de 1895-97, pero hasta la primavera de 1915, no
    encontró el gobierno nacionalista de los Jóvenes Turcos, gracias a la
    tapadera de la primera guerra mundial, la voluntad política para
    ejecutar un auténtico genocidio.

    En un principio, se detuvo a intelectuales armenios y se los ahorcó
    en público en grupos de 50 a 100. Así, los armenios comunes y
    corrientes quedaron privados de sus dirigentes y poco después fueron
    víctimas de matanzas, muchos de ellos quemados vivos. Unos 500,000
    fueron asesinados en los siete últimos meses de 1915 y la mayoría de
    los supervivientes fueron deportados a zonas desérticas de Siria,
    donde murieron de hambre o de enfermedad. Se calcula que 1.5 millón
    de personas perecieron,

    Recientemente, la diáspora armenia ha hecho llamamientos a Turquía
    para que afronte su pasado y reconozca su crimen histórico. La
    posición oficial de Turquía sigue siendo la de que esa alegación se
    basa en afirmaciones infundadas o exageradas y de que las muertes
    habidas fueron consecuencia de los combates con armenios que
    colaboraron con las fuerzas rusas invasoras durante la primera guerra
    mundial o de las enfermedades y del hambre durante las deportaciones
    forzosas. Además, la población turca local sufrió supuestamente bajas
    similares.

    De modo que Turquía sostiene que la acusación de genocidio va
    encaminada a mancillar el honor de Turquía e impedir sus avances
    hacia la adhesión a la UE. También hay el temor comprensible de que,
    de no atenerse a la posición oficial, se desencadenaría un aluvión de
    reclamaciones de indemnización, como ocurrió contra Alemania.

    Para muchos políticos, en particular en los Estados Unidos, no existe
    la voluntad de molestar a Turquía sin una justificación plena, en
    vista de su ejecutoria como aliado leal de la OTAN y posible país
    candidato a la adhesión a la UE, pero, pese a que lleva medio siglo
    de miembro del Consejo de Europa -supuesto custodio de los derechos
    humanos, incluida la libertad de expresión y de conciencia-, Turquía
    sigue castigando como delito contra el honor nacional cualquier
    indicación de que la del genocidio armenio es una verdad histórica.
    Afortunadamente, el artículo del código penal de Turquía que así lo
    dispone va a ser revisado y posiblemente derogado.

    De hecho, en Turquía están en marcha grandes cambios. La prensa y el
    gobierno, conscientes de los requisitos que impone la adhesión a la
    UE, están abriendo la delicada cuestión armenia al debate. Incluso el
    primer ministro Recep Tayyip Erdogan, sometido a una presión cada vez
    mayor por la UE, en vista de que el inicio de las negociaciones de
    adhesión está previsto para el próximo mes de octubre, ha accedido a
    que historiadores académicos hagan un estudio imparcial, aunque ha
    reiterado su convencimiento de que nunca hubo genocidio. En Francia,
    la realidad histórica del genocidio armenio está consagrada en la
    legislación y su negación recibe la misma consideración que la del
    Holocausto.

    El Parlamento Europeo está presionando para que haya un
    reconocimiento turco del genocidio armenio. También pide que Turquía
    y su estrecho aliado Azerbaiyán pongan fin a su embargo comercial
    contra la República de Armenia, reabran las fronteras y lleguen a un
    acuerdo de paz por territorios a fin de resolver la disputa
    territorial sobre Nagorno Karabaj en Azerbaiyán y salvaguardar la
    identidad armenia.

    Armenia, país independiente desde 1991, sigue dependiendo de la
    constante protección rusa, como ocurrió en 1920, cuando se incorporó
    a la Unión Soviética para no sufrir más invasiones turcas. Esa
    situación no es buena para el desarrollo de la democracia y la débil
    economía de Armenia. Tampoco la constante dependencia de Armenia
    respecto de Rusia es buen augurio para la cooperación regional, dado
    el profundo resentimiento provocado por la injerencia rusa en sus
    vecinos Georgia y Azerbaiyán.

    Sólo hay una vía por la que avanzar para Turquía, Armenia y la
    región. El futuro no empezará hasta que Turquía -como Alemania en el
    pasado y Serbia y Croacia ahora repudie su política de negación y
    afronte sus terribles crímenes de 1915. Sólo entonces el pasado podrá
    ser pasado de verdad.

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    From: Emil Lazarian | Ararat NewsPress
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