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Genocidio en Armenia

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  • Genocidio en Armenia

    La Voz de Galicia, España
    Domingo 24 Abril 2005

    Genocidio en Armenia


    Noventa años de lucha avalan al pueblo que sufrió el primer genocidio
    del siglo XX. Armenia, lejos de olvidar el episodio más triste de su
    historia, exige a Turquía que reconozca su papel en el exterminio de
    más de un millón y medio de armenios durante la Primera Guerra
    Mundial.

    Civilización histórica
    En primera persona: «Mi familia forma parte de la tragedia vivida»
    Turquía: la otra versión de los hechos


    (Eva Conde/Sara Barreiro)
    Hace hoy noventa años, el pueblo armenio fue víctima de un genocidio.
    El primero del siglo XX, y el precursor de otros muchos. Casi un
    siglo después, las razones y fines de este exterminio siguen sin
    aclararse. El Imperio otomano, de cuya desintegración surgió la
    República de Turquía, terminó con la vida de 1.500.000 armenios. La
    población total era de tres millones. Son muchos los países que
    todavía no han reconocido las matanzas de 1915 como un genocidio.
    Ahora, con la posible incorporación de Turquía a la Unión Europea, el
    recuerdo del primer exterminio racial del siglo pasado se reaviva en
    la memoria de muchos armenios, que no están dispuestos a que siga
    permaneciendo en el olvido del mundo entero el dolor que sufrió su
    pueblo.

    Armenia es uno de los primeros países de religión cristiana,
    declarada oficial en el año 301. Quizás sea esta una de las razones
    más obvias por las que el Imperio otomano, de religión islámica,
    pretendió el fin de una etnia. Eso y el hecho de que parte de la
    población armenia ocupara territorio turco.

    En 1914, el Gobierno turco comenzó a diseñar los planos para la
    deportación de la población armenia residente en Anatolia oriental
    por medio de una orden militar. Fue el inicio de la Primera Guerra
    Mundial lo que propició la realización de los objetivos, ya que era
    muy sencillo eludir la atención de la opinión pública mundial. El
    Imperio otomano excarceló a los presos para formar grupos que,
    posteriormente, se encargaron del trabjo sucio, y difundió entre su
    población una fuerte propaganda anti-armenia.

    Los métodos

    «En febrero de 1915 alrededor de sesenta mil reclutas armenios fueron
    desarmados y fusilados. Dos meses más tarde, el 24 de abril, los
    líderes políticos, religiosos y culturales de Armenia fueron
    arrestados en Constantinopla y ejecutados. De este modo, el pueblo se
    quedó decapitado y privado de la parte más combativa, sus reclutas, y
    se abrió el camino del exterminio», relata Vahe Hambardzumyan,
    armenio residente en A Coruña desde hace 11 años. De ahí la
    importancia de esta fecha, el 24 de abril, en la que los armenios
    conmemoran la masacre de su pueblo, de sus gentes.

    El siguiente paso consistió en organizar las caravanas de la muerte.
    Con el apoyo del Ejército, de las bandas de presos organizadas por el
    Gobierno turco y de los grupos de kurdos, se procedió al
    reclutamiento de la población civil con el pretexto de alejarla de la
    línea del frente. El destino de las caravanas eran los campos de
    concentración de los desiertos de Siria. Pero muchos no llegaron. Las
    matanzas comenzaron en los lugares de partida de esas caravanas. A lo
    largo del recorrido hacia la muerte, las escenas dantescas se
    sucedían. Los armenios sufrieron constantes acosos, violaciones, y
    humillaciones, y todo ello acompañado de la privación de alimentos y
    medios de subsistencia.

    «Muchos niños, sobre todo menores de cinco años, son separados de sus
    padres y entregados a familias turcas y kurdas», cuenta Artak
    Lazarian, historiador armenio recién llegado a A Coruña. «El fin:
    convertirlos al islam y borrar su identidad armenia», concluye.

    Pocos supervivientes llegaron a los campos de concentración. Lo
    hacían desnutridos y agotados. Pero su destino no sería otro que
    morir a orillas del río Éufrates.

    La diáspora

    En aquel momento, solo consiguieron salvarse pequeños grupos
    armenios, como el de la heroica ciudad de Van, que se resistió a la
    entrada turca hasta la llegada del Ejército ruso, que,
    posteriormente, y hasta 1917, procedió a la ocupación de Armenia.

    «Finalmente, en 1922, Armenia se integra en la Unión Soviética. Esta
    integración propició un florecimiento cultural e intelectual, así
    como industrial de los armenios», asegura Marina Shamagian, armenia y
    directora de la escuela hispano-rusa de altos estudios musicales de
    Santiago de Compostela.

    Durante la primera mitad del siglo XX, y tras la persecución turca,
    fueron muchos los armenios que partieron hacia otras tierras en
    calidad de refugiados. He ahí el inicio de la diáspora armenia. En la
    actualidad, el número de armenios que residen fuera de su lugar de
    origen es mayor que el de los que permanecen allí. La diáspora
    armenia se extiende por todo el mundo. Incluso ha llegado a Galicia.

    Pasado y presente

    Desde 1990, y tras la desaparición de la URSS, Armenia es una nación
    independiente. El genocidio ocasionó el resurgir de la conciencia
    nacional del pueblo, que desde entonces lucha por el reconocimiento
    mundial de lo que un día le arrebataron. Elizabeth Agopian, una
    argentina de 26 años con raíces armenias, lo confirma: «Armenia ha
    sido para mí, desde que recuerdo, un símbolo de lucha por la
    supervivencia y la superación».

    Pero la sombra del primer genocidio del siglo XX no persigue solo al
    pueblo armenio. En 1987, el Parlamento Europeo pidió a Turquía que
    reconociera oficialmente el genocidio como condición previa a su
    ingreso en la UE. Sin embargo Ankara sigue negando los hechos.

    A punto de cumplirse un siglo de la historia más triste de una
    nación, los armenios reclaman el reconocimiento oficial de la
    masacre, con las consecuentes compensaciones. «Lo único que
    pretendemos es que se conozca la historia, que no se olvide el dolor
    que nos causó en su día el intento de borrar nuestro país del mapa, y
    que no se vuelva a repetir en ningún lugar», recalca Marina
    Shamagian.

    http://www.lavozdegalicia.es/reportajes/noticia.jsp?CAT=104&TEXTO=100000068008
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