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La condena de los genocidios

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  • La condena de los genocidios

    Clarin, Argentina
    24 Abril 2008


    La condena de los genocidios

    Hoy se conmemora un nuevo aniversario del genocidio cometido contra el
    pueblo armenio casi un siglo atrás. Este recuerdo invoca a la
    tolerancia, el derecho a la verdad histórica y el respeto por la
    dignidad humana como base del respeto entre los pueblos.

    Por: Leandro Despouy

    Fuente: JURISTA RELATOR ESPECIAL DE LAS NACIONES UNIDAS Y PRESIDENTE
    DE LA AUDITORIA GENERAL DE LA NACION

    La consagración del derecho a la verdad como un derecho fundamental,
    de carácter autónomo e inalienable, traduce la dimensión ética de los
    nuevos parámetros que regulan la vida internacional. La lucha contra
    el olvido y la impunidad ha adquirido una legitimidad tal que desborda
    el hermetismo de las relaciones interestatales y se proyecta incluso
    sobre aquellas realidades nacionales sometidas históricamente a la
    dictadura del silencio.

    En el caso del genocidio cometido por el Imperio Otomano contra los
    armenios entre 1915 y 1923, esto se expresa en una sucesión de
    reconocimientos en todo el mundo: decenas de países, parlamentos,
    comunas, etc. lo han hecho en forma expresa. La Argentina -donde el
    tema es política de Estado- es un ejemplo de ello: dio sustento y
    amparo a la comunidad armenia, apoyó su causa y además de participar
    activamente en su reconocimiento en las distintas esferas
    internacionales lo hizo también por ley, como Francia y Suiza.

    Según la Ley Nø 26199 el 24 de abril es en nuestro país el "Día de
    Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos" y "Día de
    recordación de las víctimas del Genocidio Armenio". Esta tendencia
    universal que ha adquirido en la actualidad, al extremo de que el
    Parlamento Europeo condiciona la incorporación de Turquía al
    reconocimiento de dicho genocidio, contrasta con el autismo
    negacionista que dominaba el mundo hasta 1985, cuando, en el seno de
    un grupo de expertos de las Naciones Unidas, por primera vez la
    palabra "genocidio" pudo acompañar a la palabra "armenio".

    Pero lo que está en juego hoy, no es la discusión sobre la verdad
    histórica, sino la falta de su asunción por parte del Estado turco y
    las consecuencias traumáticas que tiene para la sociedad de ese país
    la imposición del negacionismo, así como también para las
    instituciones y el ejercicio de los derechos humanos -en particular el
    derecho a la vida y a la libertad de expresión-. Acredita esta
    afirmación el asesinato en 2007 del periodista de origen armenio Hrant
    Dink en manos de un nacionalista turco, en represalia por su prédica a
    favor del reconocimiento. Su entierro fue acompañado por más de
    100.000 personas que colmaron las calles de Estambul bajo la consigna
    "todos somos armenios".

    Otra consecuencia es el tétrico artículo 301 del Código Penal que
    identifica el reconocimiento del genocidio como un atentado contra la
    "identidad turca" y por el que están acusados más de un centenar de
    intelectuales turcos -se considera que quien lo infringe "humilla a la
    patria"- entre ellos Orhan Pamuk, Premio Nobel de literatura.

    A 93 años de aquellas atroces matanzas, estas medidas aparecen como un
    intento para frenar la emergencia inexorable de una realidad que ha
    permanecido soterrada en la memoria colectiva y en particular en la de
    millares de armenios y otras minorías que viven en Turquía y que, a
    pesar de que en muchos casos se vieron obligados a cambiar de religión
    o de nombre para salvar su vida, conservan intacta su identidad.

    En 1985, cuando debatíamos en la ONU la aprobación del Informe de
    Whitaker que hacía mención del genocidio armenio, uno de los
    argumentos que esgrimía la delegación turca para oponerse a su
    reconocimiento, era la posibilidad de que este hecho estimulara
    acciones violentas de jóvenes armenios que se habían lanzado a hacer
    justicia por mano propia contra diplomáticos turcos.

    Sin embargo, esto no fue así y luego de la histórica sesión en la que
    se aprobó, no se registró un solo atentado terrorista por parte de la
    Diáspora armenia. La verdad entrañó la paz y, por el contrario el
    negacionismo continúa cobrando víctimas. En un día como hoy, en que se
    memora a las víctimas del genocidio armenio invocando a la tolerancia
    como la base del respeto entre los pueblos, los argentinos y armenios
    que tanto hemos luchado por la verdad, debemos tener presente el
    ingrato destino de quienes, todavía, en Turquía, no han podido ni
    siquiera relatar su silenciado infortunio.

    Leandro Despouy integró la Subcomisión de expertos de la ONU que en
    1985 aprobó la Resolución de reconocimiento del Genocidio Armenio.

    http://www.clarin.com/diario/2008/04/24/ opinion/o-03101.htm
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