La Nacion (Argentina)
5 Junio 2013
El negacionismo es la continuación del genocidio armenio
Opinión
Por Vahagn Melikian | Para LA NACION
n un artículo reciente, bajo el título "El genocidio, un delito
definido por la ley", el embajador de Turquía Taner Karakas apela a
variados recursos para demostrar que el exterminio de 1.500.000
armenios por parte del Imperio Otomano no fue un genocidio.
La verdad histórica es que hace 98 años se cometió un crimen diabólico
contra el pueblo armenio, que vivía pacíficamente en la cuna de su
nacionalidad. Ese crimen sería caracterizado y definido varias décadas
después, en 1944, por el jurista polaco Rafael Lemkin, quien, al crear
el término genocidio, intentaba describir y definir la política nazi
de asesinatos y violaciones, así como las atrocidades cometidas en
1915 contra los armenios.
En 1948, la ONU adoptó la Convención sobre Prevención y Castigo del
Delito de Genocidio, definido como un crimen internacional, y desde
entonces, los países miembros de la convención están obligados a
prevenir, así como a castigar a los que cometen un crimen de esa
naturaleza.
El plan de exterminio y destierro del pueblo armenio fue trazado y
ejecutado fríamente por el gobierno del Imperio Otomano y hoy se
inscribe entre los ejemplos más claros del terrorismo de Estado. El
objetivo era uno solo: el gobierno de los Jóvenes Turcos, para
preservar los restos del debilitado Imperio Otomano, dio nacimiento a
la ideología del panturquismo, es decir, la constitución de un inmenso
imperio cuyas fronteras llegarían hasta China y abarcaría a todos los
pueblos de habla turca del Cáucaso y de Asia Central. El plan preveía
también la turquificación de todas las minorías nacionales. La
población armenia era considerada el principal obstáculo en ese
camino.
Preparado detalladamente, el plan se ejecutó en varias etapas. La
primera etapa comenzó con la eliminación de cientos de intelectuales
armenios el 24 de abril de 1915. La segunda fue el reclutamiento de
más de 60.000 armenios para el ejército otomano, que fueron asesinados
por sus compañeros de armas turcos. La tercera parte del genocidio se
caracterizó por la matanza y el destierro de mujeres, ancianos y niños
hacia los desiertos de Siria Taner, donde miles de ellos murieron de
hambre y enfermedades. Decenas de miles de armenios cristianos fueron
islamizados por la fuerza. La última etapa del genocidio está definida
por la negación de las deportaciones y del plan de exterminio por
parte del gobierno turco.
Esa política de negacionismo continúa hasta hoy, como lo prueba el
artículo del embajador Taner Karakas. La negación es la continuación
más directa del genocidio, un hecho innegable que, tarde o temprano,
obligará a Turquía a enfrentarse con su pasado y saldar cuentas con la
historia.
Se podría haber esperado del embajador turco un mínimo respeto a la
memoria de los armenios víctimas del genocidio, decenas de miles de
cuyos descendientes hoy viven en la Argentina.
El reconocimiento y la condena del genocidio de 1915-1923, por los
cuales lucha todo el pueblo armenio unido, no constituyen un fin en sí
mismos. Es un permanente mensaje a la comunidad internacional
destinado a prevenir futuros crímenes, impedir la repetición de los ya
cometidos y detener nuevos intentos, porque el genocidio no es un
crimen contra tal o cual nación, sino contra toda la humanidad.
http://www.lanacion.com.ar/1588981-el-negacionismo-es-la-continuacion-del-genocidio-armenio
5 Junio 2013
El negacionismo es la continuación del genocidio armenio
Opinión
Por Vahagn Melikian | Para LA NACION
n un artículo reciente, bajo el título "El genocidio, un delito
definido por la ley", el embajador de Turquía Taner Karakas apela a
variados recursos para demostrar que el exterminio de 1.500.000
armenios por parte del Imperio Otomano no fue un genocidio.
La verdad histórica es que hace 98 años se cometió un crimen diabólico
contra el pueblo armenio, que vivía pacíficamente en la cuna de su
nacionalidad. Ese crimen sería caracterizado y definido varias décadas
después, en 1944, por el jurista polaco Rafael Lemkin, quien, al crear
el término genocidio, intentaba describir y definir la política nazi
de asesinatos y violaciones, así como las atrocidades cometidas en
1915 contra los armenios.
En 1948, la ONU adoptó la Convención sobre Prevención y Castigo del
Delito de Genocidio, definido como un crimen internacional, y desde
entonces, los países miembros de la convención están obligados a
prevenir, así como a castigar a los que cometen un crimen de esa
naturaleza.
El plan de exterminio y destierro del pueblo armenio fue trazado y
ejecutado fríamente por el gobierno del Imperio Otomano y hoy se
inscribe entre los ejemplos más claros del terrorismo de Estado. El
objetivo era uno solo: el gobierno de los Jóvenes Turcos, para
preservar los restos del debilitado Imperio Otomano, dio nacimiento a
la ideología del panturquismo, es decir, la constitución de un inmenso
imperio cuyas fronteras llegarían hasta China y abarcaría a todos los
pueblos de habla turca del Cáucaso y de Asia Central. El plan preveía
también la turquificación de todas las minorías nacionales. La
población armenia era considerada el principal obstáculo en ese
camino.
Preparado detalladamente, el plan se ejecutó en varias etapas. La
primera etapa comenzó con la eliminación de cientos de intelectuales
armenios el 24 de abril de 1915. La segunda fue el reclutamiento de
más de 60.000 armenios para el ejército otomano, que fueron asesinados
por sus compañeros de armas turcos. La tercera parte del genocidio se
caracterizó por la matanza y el destierro de mujeres, ancianos y niños
hacia los desiertos de Siria Taner, donde miles de ellos murieron de
hambre y enfermedades. Decenas de miles de armenios cristianos fueron
islamizados por la fuerza. La última etapa del genocidio está definida
por la negación de las deportaciones y del plan de exterminio por
parte del gobierno turco.
Esa política de negacionismo continúa hasta hoy, como lo prueba el
artículo del embajador Taner Karakas. La negación es la continuación
más directa del genocidio, un hecho innegable que, tarde o temprano,
obligará a Turquía a enfrentarse con su pasado y saldar cuentas con la
historia.
Se podría haber esperado del embajador turco un mínimo respeto a la
memoria de los armenios víctimas del genocidio, decenas de miles de
cuyos descendientes hoy viven en la Argentina.
El reconocimiento y la condena del genocidio de 1915-1923, por los
cuales lucha todo el pueblo armenio unido, no constituyen un fin en sí
mismos. Es un permanente mensaje a la comunidad internacional
destinado a prevenir futuros crímenes, impedir la repetición de los ya
cometidos y detener nuevos intentos, porque el genocidio no es un
crimen contra tal o cual nación, sino contra toda la humanidad.
http://www.lanacion.com.ar/1588981-el-negacionismo-es-la-continuacion-del-genocidio-armenio