Religión en Libertad, España
8 septiembre 2013
Los armenios de Alepo temen un nuevo genocidio si triunfan en Siria
las milicias islamistas
Stefano Magni / La Nuova Bussola Quotidiana
Sobre Siria se publican muchos datos: cien mil muertos, dos millones
de refugiados, dos años y seis meses de conflicto. Pero se olvidan los
cien mil cristianos armenios que viven en Alepo. Y los casi seis mil
que han abandonado Siria por temor de nuevas persecuciones. Se sigue
temiendo la utilización de armas químicas por parte del régimen de
Bashar al Assad, pero si los rebeldes conquistan Alepo, casi cien mil
armenios podrían convertirse en las victimas de un nuevo genocidio.
Entre los muchos pueblos que temen una intervención estadounidense
contra Assad, los armenios son los que tiemblan más.
Los armenios de Alepo: evocando 1915
La historia de los armenios en Siria es tan dramática como
desconocida. De esto hemos hablado con Antonia Arslan, escritora,
conocida al gran público por haber escrito la novela La masseria delle
allodole [La mansión de las alondras], uno de los testimonios más
emotivos del genocidio de los armenios de 1915, el crimen cometido por
los Jóvenes Turcos, pródromo de todas las violencias totalitarias del
siglo XX.
«Los armenios en Siria existen desde siempre -explica Antonia Arslan-.
En Alepo, una ciudad antigua y animada encrucijada de pueblos, siempre
ha habido armenios. Y esta es la clave para entender por qué las
deportaciones que siguieron a las masacres de los armenios en 1915
tenían como destino precisamente Alepo. Y cómo esto salvó a parte de
las víctimas.
»Alepo, en el terrible verano de 1915 y durante el año sucesivo, se
movilizó para salvar al mayor número posible de deportados. Se
movilizaron los armenios que vivían en la ciudad, los occidentales que
trabajaban en ella, el cónsul alemán de Alepo (Walter Rossler, una
figura extraordinaria) y también la población árabe que, aunque estaba
sometida al Imperio Otomano, no compartía su odio hacia los armenios.
»El hotel más grande de Alepo de esa época, el Baron's Hotel (donde se
hospedaron también Lawrence de Arabia y Agatha Christie) era propiedad
de una familia armenia, y era la sede del estado mayor de Djemal
Pashà, el tercero de los triunviros turcos responsables del genocidio.
También él era un fanático, pero al menos era sensible a una cosa: el
dinero. Los otros dos triunviros, Talaat Pashà y Enver Pashà, en 1916
se precipitaron para cerrar esta `brecha' del genocidio que se había
abierto en Siria.
»Efectivamente, ese año, una serie de batidas en Alepo tuvieron como
resultado el arresto y posterior deportación a los campos de
concentración de Deir Ezzor de muchos armenios que había sobrevivido;
en estos campos se llevó a cabo una verdadera y propia `solución
final'. La comunidad que sobrevivió empezó a aumentar de nuevo en
Alepo, primero en el periodo del mandato francés, después con la
independencia de Siria».
Un régimen no hostil
La relación de los cristianos armenios con el régimen de Assad nunca
ha sido conflictiva. Y es por este motivo por el que facciones de la
resistencia ahora los consideran `colaboracionistas'.
En realidad, según explica Antonia Arslan: «Los dos Assad, padre e
hijo, pertenecen a su vez a una minoría religiosa, la de los alauita,
que constituye el 10% de la población siria. Al principio era un
régimen nacionalista laico. No ha dominado nunca la idea de exterminar
a causa de la pertenencia religiosa. Los armenios, así como las otras
minorías cristianas de Siria, han vivido con una cierta tranquilidad
hasta el estallido de la guerra. La embajadora italiana, Laura
Mirachian (de origen armenio) siempre ha confirmado que la situación
era estable, relativamente tranquila, para los armenios de Alepo. No
hay duda de que el régimen ha empeorado y que los últimos años han
sido terribles. Pero inculpar a las minorías cristianas de todos sus
crímenes es un argumento que usan quienes quieren acabar con todas
ellas».
Como en el Líbano
Con el principio de la revolución y su degeneración en guerra civil,
las comunidades armenias «han intentado hacer lo que hicieron sus
connacionales durante la larga guerra civil libanesa (1975-1990):
permanecer encerrados en sus barrios, sin atraer la atención de las
partes beligerantes. Algo que cada día que pasa es más difícil. En
Líbano, los armenios consiguieron salvar sus distritos, pero ahora
vuelven a estar en riesgo a causa de la exportación de la violencia
siria a los países vecinos. Su `política del caracol', la de estar
encerrados en sus propios barrios, deriva también del recuerdo del
genocidio turco: la experiencia del exterminio es aún demasiado
reciente para no sentir terror instintivamente».
Violación sistemática de mujeres
¿Y si la resistencia islámica venciese al régimen de Assad? «Me han
contado ya episodios terroríficos. Una de las dinámicas clásicas de
este tipo de `guerra' es la violación sistemática de muchachas.
Raptadas de sus casas, violadas repetidamente y luego asesinadas
cuando están reducidas a una piltrafa. O convertidas a la fuerza al
islam y casadas con contratos de matrimonio que duran un día. Y
después casadas de nuevo con otro hombre, y con otro,... para ser, por
último, repudiadas y asesinadas. El terror ante este tipo de violencia
es enorme, y es evidente que las milicias yihadistas quieren la
eliminación de todos los enclaves cristianos».
Cuando Alepo estaba a punto de caer definitivamente en las manos de
los rebeldes, los armenios se preparaban para lo peor: «A finales de
mayo hablaba con monseñor Georges Noradounguian (rector del Pontificio
Colegio Armenio), que tiene a toda su familia en Alepo. En ese momento
parecía que los rebeldes estaban a punto de conquistar la ciudad. Él
me contaba que toda su familia estaba encerrada en casa, en el barrio
armenio. En el momento en que llegaran los rebeldes, no quedaba otra
solución que dejarse caer desde el tercer piso. En comparación con la
violencia, las torturas, la muerte lenta y dolorosa, lo mejor es el
suicidio».
En vista de una posible victoria de los rebeldes, las comunidades
armenias de Europa y América del Norte lo único que pueden hacer es
preparar una fuga en masa. Si bien: «No creo que puedan tener una
audiencia con Obama. El presidente estadounidense ha evitado siempre
pronunciar la palabra `genocidio' por los hechos de 1915, aunque lo
había prometido en campaña electoral. Lo que los armenios intentan
organizar es, por lo menos, una fuga. Temo que piensen que no haya
nada que hacer para garantizar la supervivencia de esta comunidad en
Siria. Ahora sólo existe la idea de huir y salvarse de la posibilidad
de un nuevo genocidio».
Traducción de Helena Faccia Serrano.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=31001
From: A. Papazian
8 septiembre 2013
Los armenios de Alepo temen un nuevo genocidio si triunfan en Siria
las milicias islamistas
Stefano Magni / La Nuova Bussola Quotidiana
Sobre Siria se publican muchos datos: cien mil muertos, dos millones
de refugiados, dos años y seis meses de conflicto. Pero se olvidan los
cien mil cristianos armenios que viven en Alepo. Y los casi seis mil
que han abandonado Siria por temor de nuevas persecuciones. Se sigue
temiendo la utilización de armas químicas por parte del régimen de
Bashar al Assad, pero si los rebeldes conquistan Alepo, casi cien mil
armenios podrían convertirse en las victimas de un nuevo genocidio.
Entre los muchos pueblos que temen una intervención estadounidense
contra Assad, los armenios son los que tiemblan más.
Los armenios de Alepo: evocando 1915
La historia de los armenios en Siria es tan dramática como
desconocida. De esto hemos hablado con Antonia Arslan, escritora,
conocida al gran público por haber escrito la novela La masseria delle
allodole [La mansión de las alondras], uno de los testimonios más
emotivos del genocidio de los armenios de 1915, el crimen cometido por
los Jóvenes Turcos, pródromo de todas las violencias totalitarias del
siglo XX.
«Los armenios en Siria existen desde siempre -explica Antonia Arslan-.
En Alepo, una ciudad antigua y animada encrucijada de pueblos, siempre
ha habido armenios. Y esta es la clave para entender por qué las
deportaciones que siguieron a las masacres de los armenios en 1915
tenían como destino precisamente Alepo. Y cómo esto salvó a parte de
las víctimas.
»Alepo, en el terrible verano de 1915 y durante el año sucesivo, se
movilizó para salvar al mayor número posible de deportados. Se
movilizaron los armenios que vivían en la ciudad, los occidentales que
trabajaban en ella, el cónsul alemán de Alepo (Walter Rossler, una
figura extraordinaria) y también la población árabe que, aunque estaba
sometida al Imperio Otomano, no compartía su odio hacia los armenios.
»El hotel más grande de Alepo de esa época, el Baron's Hotel (donde se
hospedaron también Lawrence de Arabia y Agatha Christie) era propiedad
de una familia armenia, y era la sede del estado mayor de Djemal
Pashà, el tercero de los triunviros turcos responsables del genocidio.
También él era un fanático, pero al menos era sensible a una cosa: el
dinero. Los otros dos triunviros, Talaat Pashà y Enver Pashà, en 1916
se precipitaron para cerrar esta `brecha' del genocidio que se había
abierto en Siria.
»Efectivamente, ese año, una serie de batidas en Alepo tuvieron como
resultado el arresto y posterior deportación a los campos de
concentración de Deir Ezzor de muchos armenios que había sobrevivido;
en estos campos se llevó a cabo una verdadera y propia `solución
final'. La comunidad que sobrevivió empezó a aumentar de nuevo en
Alepo, primero en el periodo del mandato francés, después con la
independencia de Siria».
Un régimen no hostil
La relación de los cristianos armenios con el régimen de Assad nunca
ha sido conflictiva. Y es por este motivo por el que facciones de la
resistencia ahora los consideran `colaboracionistas'.
En realidad, según explica Antonia Arslan: «Los dos Assad, padre e
hijo, pertenecen a su vez a una minoría religiosa, la de los alauita,
que constituye el 10% de la población siria. Al principio era un
régimen nacionalista laico. No ha dominado nunca la idea de exterminar
a causa de la pertenencia religiosa. Los armenios, así como las otras
minorías cristianas de Siria, han vivido con una cierta tranquilidad
hasta el estallido de la guerra. La embajadora italiana, Laura
Mirachian (de origen armenio) siempre ha confirmado que la situación
era estable, relativamente tranquila, para los armenios de Alepo. No
hay duda de que el régimen ha empeorado y que los últimos años han
sido terribles. Pero inculpar a las minorías cristianas de todos sus
crímenes es un argumento que usan quienes quieren acabar con todas
ellas».
Como en el Líbano
Con el principio de la revolución y su degeneración en guerra civil,
las comunidades armenias «han intentado hacer lo que hicieron sus
connacionales durante la larga guerra civil libanesa (1975-1990):
permanecer encerrados en sus barrios, sin atraer la atención de las
partes beligerantes. Algo que cada día que pasa es más difícil. En
Líbano, los armenios consiguieron salvar sus distritos, pero ahora
vuelven a estar en riesgo a causa de la exportación de la violencia
siria a los países vecinos. Su `política del caracol', la de estar
encerrados en sus propios barrios, deriva también del recuerdo del
genocidio turco: la experiencia del exterminio es aún demasiado
reciente para no sentir terror instintivamente».
Violación sistemática de mujeres
¿Y si la resistencia islámica venciese al régimen de Assad? «Me han
contado ya episodios terroríficos. Una de las dinámicas clásicas de
este tipo de `guerra' es la violación sistemática de muchachas.
Raptadas de sus casas, violadas repetidamente y luego asesinadas
cuando están reducidas a una piltrafa. O convertidas a la fuerza al
islam y casadas con contratos de matrimonio que duran un día. Y
después casadas de nuevo con otro hombre, y con otro,... para ser, por
último, repudiadas y asesinadas. El terror ante este tipo de violencia
es enorme, y es evidente que las milicias yihadistas quieren la
eliminación de todos los enclaves cristianos».
Cuando Alepo estaba a punto de caer definitivamente en las manos de
los rebeldes, los armenios se preparaban para lo peor: «A finales de
mayo hablaba con monseñor Georges Noradounguian (rector del Pontificio
Colegio Armenio), que tiene a toda su familia en Alepo. En ese momento
parecía que los rebeldes estaban a punto de conquistar la ciudad. Él
me contaba que toda su familia estaba encerrada en casa, en el barrio
armenio. En el momento en que llegaran los rebeldes, no quedaba otra
solución que dejarse caer desde el tercer piso. En comparación con la
violencia, las torturas, la muerte lenta y dolorosa, lo mejor es el
suicidio».
En vista de una posible victoria de los rebeldes, las comunidades
armenias de Europa y América del Norte lo único que pueden hacer es
preparar una fuga en masa. Si bien: «No creo que puedan tener una
audiencia con Obama. El presidente estadounidense ha evitado siempre
pronunciar la palabra `genocidio' por los hechos de 1915, aunque lo
había prometido en campaña electoral. Lo que los armenios intentan
organizar es, por lo menos, una fuga. Temo que piensen que no haya
nada que hacer para garantizar la supervivencia de esta comunidad en
Siria. Ahora sólo existe la idea de huir y salvarse de la posibilidad
de un nuevo genocidio».
Traducción de Helena Faccia Serrano.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=31001
From: A. Papazian