Rebelión
3 mayo 2014
¿Punto de inflexión entre Turquía y Armenia?
Joshua Kucera
IPS
Los turcos de origen armenio han recibido bien las condolencias
ofrecidas por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan por las masacres
que comenzaron hace 99 años, cuando el Imperio Otomano (1299-1923)
ingresaba a sus últimos años.
Pero no hay unanimidad de opiniones acerca de que las palabras de
Erdogan conduzcan a acciones de reconciliación.
Los comentarios del primer ministro turco, formulados el 23 de este
mes, estuvieron lejos de admitir que la muerte de entre 600.000 y 1,5
millones de armenios constituyó un genocidio, reconocimiento que busca
el gobierno de Armenia desde que se independizó de la Unión Soviética,
en 1991.
Erdogan enmarcó la tragedia, como suelen hacer las autoridades turcas,
en el caos de la Primera Guerra Mundial (1915-1919), cuando los
súbditos otomanos de cualquier nacionalidad morían en grandes
cantidades.
Sin embargo, tanto el contenido como el momento de sus declaraciones
tomaron a muchos turcos por sorpresa. Los armenios observan el 24 de
abril como el Día del Recordatorio del Genocidio.
"Es un punto de inflexión en la historia", dijo el activista armenio
Yildiz Onen, uno de los oradores de una pequeña ceremonia celebrada
ese día en la estación de tren de Heydarpasa en Estambul.
Fue en esa estación donde las autoridades otomanas expulsaron de la
ciudad a más de 200 intelectuales armenios el 24 de abril de 1925,
momento que marca el comienzo del genocidio.
"Es un gran cambio", dijo Garo Palián, integrante del comité central
del Partido Democrático Popular de Turquía. "Dijeron que lamentan lo
que pasó, eso es lo más importante de la declaración".
Pero no todos los oradores de la ceremonia se mostraron impresionados.
Turquía debe "pasar de las condolencias vacías a las medidas de
reconocimiento y restitución", dijo Raffi Hovannisián, político y ex
candidato presidencial armenio.
Con todo, el hecho de que Hovannisián pueda protestar en público, en
un acto recordando la tragedia es en sí una señal de cambios
significativos en Turquía.
En 2005, el novelista Orhan Pamuk fue acusado por presuntamente
"insultar la turquidad", bajo el artículo 301 del código penal, por
haber sostenido en una entrevista que "un millón de armenios fueron
asesinados".
Un año después, otro novelista, Elif Shafak, fue acusado por violar el
mismo artículo a raíz del tratamiento del genocidio en su libro "El
bastardo de Estambul".
Ninguno de los dos fue condenado.
Los turcos han comenzado a asumir la responsabilidad, y el gobierno
los va siguiendo, dijo Onen.
"La sociedad turca está cambiando, está presionando al gobierno sobre
el genocidio", agregó.
En los últimos años, el gobierno de Erdogan ha reprimido la libre
expresión y a los medios de comunicación, en especial a los críticos
de su régimen. Pero, al mismo tiempo, abrió cierto espacio para el
debate de cuestiones muy delicadas para el nacionalismo turco, como el
estatus de las minorías armenia y kurda.
Durante décadas, las autoridades turcas "exponían una narración de la
historia que determinó toda una visión de la Primera Guerra Mundial...
de peligro y traiciones extranjeras y de conspiradores internos, como
los armenios", dijo en una entrevista por correo electrónico Jenny
White, profesora visitante del Instituto de Estudios Turcos de la
Universidad de Estocolmo.
"El Partido de la Justicia y el Desarrollo de Erdogan abandonó ese
relato histórico a favor de una visión más amplia y global de Turquía
como heredera de un imperio mundial, de vastas fronteras móviles, que
abrazó a sus antiguas enemigas Grecia y Armenia y, por extensión, a
sus minorías dentro de Turquía", continuó White.
Esta nueva visión de Erdogan, sin embargo, pasó a estar en tela de
juicio por la mano dura que el primer ministro aplicó a los medios y
por el retorno de la "retórica del miedo y la traición de los foráneos
y la deslealtad interna", dijo la experta.
Sus afirmaciones sobre los hechos de 1915 quizás obedezcan a un
intento de readecuar el discurso de una Turquía más globalizada. "Es
un gran paso adelante", valoró.
El primer ministro sostuvo que, "en Turquía, expresar libremente
opiniones y reflexiones diferentes sobre los hechos de 1915 es
exigencia de una perspectiva pluralista, así como de una cultura de
democracia y modernidad".
"Algunos pueden percibir este clima de libertad como una oportunidad
para expresar afirmaciones acusatorias, ofensivas e incluso
provocadoras. Incluso así, si esta voluntad nos permite entender mejor
problemas históricos con sus implicaciones legales y transformar el
resentimiento en amistad, es lógico abordar diferentes discursos con
empatía y tolerancia y esperar una actitud similar de todas las
partes", dijo el primer ministro.
Un acontecimiento que marcó el deshielo del tema armenio fue el
asesinato en 2007 del editor de un diario armenio, Hrant Dink,
cometido por un adolescente nacionalista, dijo Onen.
Al funeral de Dink asistieron 200.000 personas que marcharon entonando
la frase "Todos somos armenios". Pero el juicio por ese asesinato fue
una farsa tanto para los armenios como para observadores
internacionales.
Activistas armenios dicen ahora que Erdogan debería respaldar sus
palabras con medidas para que comparezcan ante la justicia los agentes
de seguridad sospechosos de complicidad con el asesinato.
"Si lo hace, veremos que su discurso es sincero", dijo Palián.
Falta un año para el centenario del genocidio de 1915. Y crece la
presión para que Turquía construya una buena campaña.
Pero Ankara no está en situación de llegar muy lejos ante una
situación política complicada tanto en lo interno como en lo externo.
Las próximas elecciones generales deben celebrarse en junio de 2015,
por lo cual el centenario caerá en mitad de la campaña electoral.
Reconocer el genocidio armenio puede enfurecer a los nacionalistas
turcos que constituyen un grupo de votantes clave.
Las circunstancias internacionales tampoco son propicias para dar
pasos dramáticos de reconciliación con los armenios.
En 2010, Turquía abandonó un intento de acercamiento, aseverando que
las relaciones no podían reanudarse mientras Armenia no resolviera su
conflicto con Azerbaiyán, un aliado turco.
Turquía depende de las inversiones azeríes, y la crisis en Ucrania ha
hecho crecer la importancia del gas natural que pasa por Azerbaiyán
hacia Europa, lo cual eleva la capacidad de presión de Bakú en Ankara.
Por último, los comentarios de Erdogan no parecen haber causado gran
impresión en Armenia. "El sucesor de la Turquía otomana insiste en su
política de total negación", dijo el presidente de ese país, Serzh
Sargsyán.
En cambio, el presidente del Museo e Instituto del Genocidio Armenio
en Ereván, Hayk Demoián, sostuvo en un comunicado publicado en el
sitio web de la institución que "debo confesar que este es un paso
importante, pero lamentablemente no en la dirección de revelar la
verdad, hacer frente a la historia y permitir la reconciliación de los
dos pueblos".
Joshua Kucera es un periodista residente en Estambul y editor del blog
Bug Pit de EurasiaNet.org.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184174
3 mayo 2014
¿Punto de inflexión entre Turquía y Armenia?
Joshua Kucera
IPS
Los turcos de origen armenio han recibido bien las condolencias
ofrecidas por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan por las masacres
que comenzaron hace 99 años, cuando el Imperio Otomano (1299-1923)
ingresaba a sus últimos años.
Pero no hay unanimidad de opiniones acerca de que las palabras de
Erdogan conduzcan a acciones de reconciliación.
Los comentarios del primer ministro turco, formulados el 23 de este
mes, estuvieron lejos de admitir que la muerte de entre 600.000 y 1,5
millones de armenios constituyó un genocidio, reconocimiento que busca
el gobierno de Armenia desde que se independizó de la Unión Soviética,
en 1991.
Erdogan enmarcó la tragedia, como suelen hacer las autoridades turcas,
en el caos de la Primera Guerra Mundial (1915-1919), cuando los
súbditos otomanos de cualquier nacionalidad morían en grandes
cantidades.
Sin embargo, tanto el contenido como el momento de sus declaraciones
tomaron a muchos turcos por sorpresa. Los armenios observan el 24 de
abril como el Día del Recordatorio del Genocidio.
"Es un punto de inflexión en la historia", dijo el activista armenio
Yildiz Onen, uno de los oradores de una pequeña ceremonia celebrada
ese día en la estación de tren de Heydarpasa en Estambul.
Fue en esa estación donde las autoridades otomanas expulsaron de la
ciudad a más de 200 intelectuales armenios el 24 de abril de 1925,
momento que marca el comienzo del genocidio.
"Es un gran cambio", dijo Garo Palián, integrante del comité central
del Partido Democrático Popular de Turquía. "Dijeron que lamentan lo
que pasó, eso es lo más importante de la declaración".
Pero no todos los oradores de la ceremonia se mostraron impresionados.
Turquía debe "pasar de las condolencias vacías a las medidas de
reconocimiento y restitución", dijo Raffi Hovannisián, político y ex
candidato presidencial armenio.
Con todo, el hecho de que Hovannisián pueda protestar en público, en
un acto recordando la tragedia es en sí una señal de cambios
significativos en Turquía.
En 2005, el novelista Orhan Pamuk fue acusado por presuntamente
"insultar la turquidad", bajo el artículo 301 del código penal, por
haber sostenido en una entrevista que "un millón de armenios fueron
asesinados".
Un año después, otro novelista, Elif Shafak, fue acusado por violar el
mismo artículo a raíz del tratamiento del genocidio en su libro "El
bastardo de Estambul".
Ninguno de los dos fue condenado.
Los turcos han comenzado a asumir la responsabilidad, y el gobierno
los va siguiendo, dijo Onen.
"La sociedad turca está cambiando, está presionando al gobierno sobre
el genocidio", agregó.
En los últimos años, el gobierno de Erdogan ha reprimido la libre
expresión y a los medios de comunicación, en especial a los críticos
de su régimen. Pero, al mismo tiempo, abrió cierto espacio para el
debate de cuestiones muy delicadas para el nacionalismo turco, como el
estatus de las minorías armenia y kurda.
Durante décadas, las autoridades turcas "exponían una narración de la
historia que determinó toda una visión de la Primera Guerra Mundial...
de peligro y traiciones extranjeras y de conspiradores internos, como
los armenios", dijo en una entrevista por correo electrónico Jenny
White, profesora visitante del Instituto de Estudios Turcos de la
Universidad de Estocolmo.
"El Partido de la Justicia y el Desarrollo de Erdogan abandonó ese
relato histórico a favor de una visión más amplia y global de Turquía
como heredera de un imperio mundial, de vastas fronteras móviles, que
abrazó a sus antiguas enemigas Grecia y Armenia y, por extensión, a
sus minorías dentro de Turquía", continuó White.
Esta nueva visión de Erdogan, sin embargo, pasó a estar en tela de
juicio por la mano dura que el primer ministro aplicó a los medios y
por el retorno de la "retórica del miedo y la traición de los foráneos
y la deslealtad interna", dijo la experta.
Sus afirmaciones sobre los hechos de 1915 quizás obedezcan a un
intento de readecuar el discurso de una Turquía más globalizada. "Es
un gran paso adelante", valoró.
El primer ministro sostuvo que, "en Turquía, expresar libremente
opiniones y reflexiones diferentes sobre los hechos de 1915 es
exigencia de una perspectiva pluralista, así como de una cultura de
democracia y modernidad".
"Algunos pueden percibir este clima de libertad como una oportunidad
para expresar afirmaciones acusatorias, ofensivas e incluso
provocadoras. Incluso así, si esta voluntad nos permite entender mejor
problemas históricos con sus implicaciones legales y transformar el
resentimiento en amistad, es lógico abordar diferentes discursos con
empatía y tolerancia y esperar una actitud similar de todas las
partes", dijo el primer ministro.
Un acontecimiento que marcó el deshielo del tema armenio fue el
asesinato en 2007 del editor de un diario armenio, Hrant Dink,
cometido por un adolescente nacionalista, dijo Onen.
Al funeral de Dink asistieron 200.000 personas que marcharon entonando
la frase "Todos somos armenios". Pero el juicio por ese asesinato fue
una farsa tanto para los armenios como para observadores
internacionales.
Activistas armenios dicen ahora que Erdogan debería respaldar sus
palabras con medidas para que comparezcan ante la justicia los agentes
de seguridad sospechosos de complicidad con el asesinato.
"Si lo hace, veremos que su discurso es sincero", dijo Palián.
Falta un año para el centenario del genocidio de 1915. Y crece la
presión para que Turquía construya una buena campaña.
Pero Ankara no está en situación de llegar muy lejos ante una
situación política complicada tanto en lo interno como en lo externo.
Las próximas elecciones generales deben celebrarse en junio de 2015,
por lo cual el centenario caerá en mitad de la campaña electoral.
Reconocer el genocidio armenio puede enfurecer a los nacionalistas
turcos que constituyen un grupo de votantes clave.
Las circunstancias internacionales tampoco son propicias para dar
pasos dramáticos de reconciliación con los armenios.
En 2010, Turquía abandonó un intento de acercamiento, aseverando que
las relaciones no podían reanudarse mientras Armenia no resolviera su
conflicto con Azerbaiyán, un aliado turco.
Turquía depende de las inversiones azeríes, y la crisis en Ucrania ha
hecho crecer la importancia del gas natural que pasa por Azerbaiyán
hacia Europa, lo cual eleva la capacidad de presión de Bakú en Ankara.
Por último, los comentarios de Erdogan no parecen haber causado gran
impresión en Armenia. "El sucesor de la Turquía otomana insiste en su
política de total negación", dijo el presidente de ese país, Serzh
Sargsyán.
En cambio, el presidente del Museo e Instituto del Genocidio Armenio
en Ereván, Hayk Demoián, sostuvo en un comunicado publicado en el
sitio web de la institución que "debo confesar que este es un paso
importante, pero lamentablemente no en la dirección de revelar la
verdad, hacer frente a la historia y permitir la reconciliación de los
dos pueblos".
Joshua Kucera es un periodista residente en Estambul y editor del blog
Bug Pit de EurasiaNet.org.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184174