rionegro.com.ar, Argentina
28 abril 2014
A 99 años del genocidio armenio
La permanencia de la impunidad y la negación
YANINA IBÁÑEZ (*) y JULIETA OJUNIAN (**)
El Estado, a través de sus instituciones, ejerce el monopolio del uso
de la fuerza accionando para dirimir conflictos internos y externos a
su territorio. Cuando éste se encuentra en dificultades de lograr y
preservar determinados intereses políticos y económicos, por medio de
los cuales pretende y necesita determinada organización social que
haga prosperar y mantener su statu quo, responsabiliza de su fracaso a
un "otro" interno. Ese "otro" es percibido como una "alteridad
negativa", esa "otredad" es identificada como inferior frente a la
convicción desarrollada desde el propio Estado, que se posiciona en un
pedestal de superioridad cultural, religiosa, étnica, nacional,
justificando su accionar como maquinaria que administra la muerte.
Cuando el Estado recurre a estrategias políticas que sustentan la
planificación y sistematización de matanzas que tienen como fin
eliminar a ese "otro", nos encontramos frente al crimen del genocidio.
En la historia de la humanidad podemos encontrar numerosos casos en
los que se ha cometido este delito.
Hace 99 años el pueblo armenio fue víctima de genocidio. Este
acontecimiento trágico es recordado cada 24 de abril, fecha que marca
el comienzo del plan de exterminio de todo el pueblo armenio puesto en
marcha por el partido de los Jóvenes Turcos desde 1915 hasta los
primeros años de la República de Turquía fundada en 1923, por lo que
esta fecha resume simbólicamente todos aquellos crímenes de lesa
humanidad. Los Jóvenes Turcos pretendían la homogeneización del
Imperio, para ello acudieron al panturquismo como basamento ideológico
que justificó y permitió la planificación de este crimen. A decir de
Rita C. Kuyumciyan, "el genocidio es la manifestación más destructiva
de la violencia, en la que los Estados poderosos utilizan la ideología
como sustentación de sus actos criminales desatando su agresividad en
un plan sistemático e inexorable para aniquilar un pueblo".
Si bien el 24 de abril es la fecha en la que se recuerda al millón y
medio de armenios que fueron masacrados desde 1915, la conmemoración
de este día no radica simplemente en rememorar a aquellas víctimas
asesinadas si no más bien en identificar la continuidad del crimen a
través de las políticas negacionistas del Estado turco, que las ha
convertido en práctica habitual. A lo largo de estos años se ha
encargado del diseño de políticas que tienen como fin ocultar su
responsabilidad y culpabilidad en el genocidio armenio. En este
sentido, nos encontramos frente a un conflicto vigente cuya
particularidad, por ser un crimen de este tipo, radica en la
sistemática práctica negacionista por parte de su victimario: el
Estado turco.
El problema que se presenta con la ausencia de justicia no afecta sólo
a la víctima, en este caso al pueblo armenio. Esa impunidad también
retroalimenta para que existan futuros genocidas capaces de cometer
las mismas atrocidades y otorga refugio en el negacionismo para otros
que han cometido semejante delito. La importancia radica en no
explicar los genocidios como una "experiencia única" desde la
"unicidad histórica" pero sí como una "experiencia única" que no
constituye necesariamente una "experiencia exclusiva" y que por lo
tanto dicha unicidad "puede ser sustituida por condiciones de
comparación".
El genocidio no está ligado sólo a la historia de un conflicto entre
naciones, en este caso entre armenios y turcos, sino también a una
historia de conflictos y masacres intermitentes. La importancia está
en analizarlo no como un fenómeno aislado sino como una tradición
concreta que encuentra en las masacres el arma para resolver los
conflictos internos entre las nacionalidades. El núcleo del problema
del genocidio trasciende la relación particular entre perpetrador y
víctima o el destino de un grupo particular de víctimas. Atenuar e
incluso eliminar estos problemas recae sobre futuros problemas del
derecho internacional, la matriz primordial de todos los derechos
humanos, incluso de los derechos de las víctimas potenciales o
actuales de un genocidio.
Año a año de perpetración del genocidio armenio, la existencia de
impunidad ha demostrado que la negación de estos tipos de crímenes
deja abierta las puertas para la existencia de otros en nuestro
presente y en el futuro. Exigirle al Estado turco el reconocimiento y
la debida reparación como responsable heredero del Imperio Turco
Otomamo significa restituir los derechos avasallados del pueblo
armenio y de la humanidad toda.
(*) Profesora de Historia
(**) Licenciada en Relaciones Internacionales
http://www.rionegro.com.ar/diario/la-permanencia-de-la-impunidad-y-la-negacion-2031007-9539-nota.aspx
28 abril 2014
A 99 años del genocidio armenio
La permanencia de la impunidad y la negación
YANINA IBÁÑEZ (*) y JULIETA OJUNIAN (**)
El Estado, a través de sus instituciones, ejerce el monopolio del uso
de la fuerza accionando para dirimir conflictos internos y externos a
su territorio. Cuando éste se encuentra en dificultades de lograr y
preservar determinados intereses políticos y económicos, por medio de
los cuales pretende y necesita determinada organización social que
haga prosperar y mantener su statu quo, responsabiliza de su fracaso a
un "otro" interno. Ese "otro" es percibido como una "alteridad
negativa", esa "otredad" es identificada como inferior frente a la
convicción desarrollada desde el propio Estado, que se posiciona en un
pedestal de superioridad cultural, religiosa, étnica, nacional,
justificando su accionar como maquinaria que administra la muerte.
Cuando el Estado recurre a estrategias políticas que sustentan la
planificación y sistematización de matanzas que tienen como fin
eliminar a ese "otro", nos encontramos frente al crimen del genocidio.
En la historia de la humanidad podemos encontrar numerosos casos en
los que se ha cometido este delito.
Hace 99 años el pueblo armenio fue víctima de genocidio. Este
acontecimiento trágico es recordado cada 24 de abril, fecha que marca
el comienzo del plan de exterminio de todo el pueblo armenio puesto en
marcha por el partido de los Jóvenes Turcos desde 1915 hasta los
primeros años de la República de Turquía fundada en 1923, por lo que
esta fecha resume simbólicamente todos aquellos crímenes de lesa
humanidad. Los Jóvenes Turcos pretendían la homogeneización del
Imperio, para ello acudieron al panturquismo como basamento ideológico
que justificó y permitió la planificación de este crimen. A decir de
Rita C. Kuyumciyan, "el genocidio es la manifestación más destructiva
de la violencia, en la que los Estados poderosos utilizan la ideología
como sustentación de sus actos criminales desatando su agresividad en
un plan sistemático e inexorable para aniquilar un pueblo".
Si bien el 24 de abril es la fecha en la que se recuerda al millón y
medio de armenios que fueron masacrados desde 1915, la conmemoración
de este día no radica simplemente en rememorar a aquellas víctimas
asesinadas si no más bien en identificar la continuidad del crimen a
través de las políticas negacionistas del Estado turco, que las ha
convertido en práctica habitual. A lo largo de estos años se ha
encargado del diseño de políticas que tienen como fin ocultar su
responsabilidad y culpabilidad en el genocidio armenio. En este
sentido, nos encontramos frente a un conflicto vigente cuya
particularidad, por ser un crimen de este tipo, radica en la
sistemática práctica negacionista por parte de su victimario: el
Estado turco.
El problema que se presenta con la ausencia de justicia no afecta sólo
a la víctima, en este caso al pueblo armenio. Esa impunidad también
retroalimenta para que existan futuros genocidas capaces de cometer
las mismas atrocidades y otorga refugio en el negacionismo para otros
que han cometido semejante delito. La importancia radica en no
explicar los genocidios como una "experiencia única" desde la
"unicidad histórica" pero sí como una "experiencia única" que no
constituye necesariamente una "experiencia exclusiva" y que por lo
tanto dicha unicidad "puede ser sustituida por condiciones de
comparación".
El genocidio no está ligado sólo a la historia de un conflicto entre
naciones, en este caso entre armenios y turcos, sino también a una
historia de conflictos y masacres intermitentes. La importancia está
en analizarlo no como un fenómeno aislado sino como una tradición
concreta que encuentra en las masacres el arma para resolver los
conflictos internos entre las nacionalidades. El núcleo del problema
del genocidio trasciende la relación particular entre perpetrador y
víctima o el destino de un grupo particular de víctimas. Atenuar e
incluso eliminar estos problemas recae sobre futuros problemas del
derecho internacional, la matriz primordial de todos los derechos
humanos, incluso de los derechos de las víctimas potenciales o
actuales de un genocidio.
Año a año de perpetración del genocidio armenio, la existencia de
impunidad ha demostrado que la negación de estos tipos de crímenes
deja abierta las puertas para la existencia de otros en nuestro
presente y en el futuro. Exigirle al Estado turco el reconocimiento y
la debida reparación como responsable heredero del Imperio Turco
Otomamo significa restituir los derechos avasallados del pueblo
armenio y de la humanidad toda.
(*) Profesora de Historia
(**) Licenciada en Relaciones Internacionales
http://www.rionegro.com.ar/diario/la-permanencia-de-la-impunidad-y-la-negacion-2031007-9539-nota.aspx