El Pais
2 octubre, 2004
Como liberar rehenes?
MARY KALDOR
La irrupcion de la captura de rehenes en el orden del dia de la
politica internacional y en las vidas de los ciudadanos de a pie de
todo el mundo (tanto los que se ven afectados directamente como los
que consumen el fenomeno a traves del espectaculo de los medios) no
es totalmente nueva.
Pero mientras que pasados incidentes como la crisis de los 444 dias
en la Embajada estadounidense en Iran o la captura de occidentales en
Libano en la decada de los ochenta podian entenderse como
ramificaciones especiales de crisis de seguridad determinadas, el
secuestro de rehenes en la era de la "guerra contra el terrorismo" ha
adquirido facetas nuevas y perturbadoras que reflejan la cambiante
relacion entre la guerra y la politica.
Chechenia e Irak revelan esta nueva realidad en su aspecto mas
brutal. El asedio de Beslan, en Osetia del Norte, fue el ultimo de
una tragica serie (Budionovsk, 1995; Kizlyar, 1996; Moscu, 2002),
mientras que la proliferacion de secuestros de trabajadores
extranjeros (periodistas, voluntarios, empleados subcontratados) en
Irak indica un patron de conducta que refleja no solo la presencia
activa de grupos radicales individuales, sino un desorden politico e
incluso moral mas profundo en el que todos los que son testigos de el
estan involucrados de alguna manera.
Para comprender que esta ocurriendo y como nosotros (ciudadanos,
gobiernos, familiares, ONGs, observadores mediaticos) podemos
responder de la mejor manera al secuestro de rehenes, es necesario
evaluar tanto la diferencia entre las guerras "viejas" y las "nuevas"
como las principales estrategias empleadas actualmente por los
Estados en funcion de la experiencia en este campo.
Recuerdo una visita que hice a Baku, en Azerbaiyan, como miembro de
una delegacion de la Asamblea de Ciudadanos de Helsinki, cuando el
pais se hallaba en plena guerra con Armenia por el disputado
territorio de Nagorno-Karabaj en 1992. Un promotor de la construccion
de nacionalidad rusa se acerco a nosotros y nos pregunto si podiamos
ayudarle a encontrar a su hijo, al cual habian hecho rehen en
Armenia. Viajamos con el hasta la frontera y hablamos con las
autoridades locales. Nos dijeron que el hijo del promotor habia sido
secuestrado por una familia en Armenia, que se negaba a liberarle
hasta que su propio hijo, que habia sido secuestrado en Azerbaiyan,
fuera liberado. Esto sin duda describia una extensa cadena de
secuestro de rehenes.
Nos sugirieron que nos dirigieramos a un ex agente del KGB al otro
lado de la frontera armenia. Negociamos un alto el fuego temporal
para poder cruzar la frontera. Nuestros interlocutores armenio y
azerbayano se conocian entre si bastante bien desde antes de la
guerra, y parecian estar abrumados por lo que estaba ocurriendo.
Cuando llegamos al otro lado nos recibio el agente del KGB, que
llevaba uniforme militar y gafas de sol Ray-ban, con un crucifijo
plateado colgado del cuello. Le dimos los nombres de los jovenes
rehenes.
Esta historia en concreto tuvo un final feliz. Los comites de la
Asamblea de Ciudadanos de Helsinki tanto en Azerbaiyan como en
Armenia pudieron emplear la informacion que recogimos para ejercer
presion sobre las autoridades de ambos bandos. El 12 de mayo de 1994,
cientos de rehenes fueron liberados en la zona de la frontera por la
que nosotros habiamos cruzado.
Pero hay otras guerras en las que los rehenes no tienen tanta suerte.
Como mucho son intercambiados por dinero, por armas o incluso por
cadaveres. Pero tambien son obligados a luchar, son violados o
mutilados, mantenidos en cautiverio durante anos o asesinados a
menudo de forma macabra.
Las guerras contemporaneas son muy distintas de las guerras clasicas
del pasado en las que los soldados luchaban contra otros soldados, e
incluso de las mas recientes "guerras menores", en las que los
adversarios son al menos combatientes reconocibles, como las
guerrillas o las unidades paramilitares. En esta nueva forma de
guerra, las batallas son poco frecuentes; casi toda la violencia la
padecen los civiles, y la distincion entre guerra como tal, crimen
organizado y violaciones de los derechos humanos se diluye cada vez
mas.
Estas guerras estan transformando la relacion entre la politica y la
violencia. En lugar de ser la politica la que sufre la persecucion a
traves de metodos violentos, es la propia violencia la que se
convierte en politica. No es el conflicto lo que lleva a la guerra,
sino la propia guerra la que genera el conflicto. Los insurgentes o
combatientes terroristas intentan establecer el control politico
asesinando o intimidando a los que son "diferentes", ya sea desde el
punto de vista politico, etnico o religioso. Esto genera miedo y odio
entre todos los grupos sociales involucrados.
Los exodos de poblacion, las violaciones en masa, la destruccion de
edificios y simbolos historicos, no son efectos secundarios de la
guerra, sino parte de una estrategia deliberada.
Los actos de violencia espectacular, como la decapitacion, la
mutilacion de extremidades, la destruccion de mezquitas del siglo XVI
(como las de Banja, Luka o Bosnia) o de estatuas budistas (como en
Bamiyan, Afganistan) estan dirigidos a resaltar y dar autenticidad a
la idea de guerra santa, una lucha epica entre el bien y el mal.
Estas guerras suelen librarse en lo que se conoce como Estados
"fracasados" o "en camino de fracasar". Dada la falta de recaudacion
fiscal o de patrocinadores extranjeros, la financiacion para estas
guerras se consigue a traves de la violencia (saqueos, pillaje,
"derechos" en las aduanas, comercio ilegal).
Muchos analistas consideran que esta anormal economia politica se
convierte en un sistema autosuficiente y un motivo para la
continuacion de la violencia.
Chechenia e Irak ofrecen ejemplos actuales de como en la practica, la
politica y la economia se difuminan en estas nuevas guerras. En
Chechenia, los generales rusos com
Pasa a la pagina siguiente
From: Emil Lazarian | Ararat NewsPress
2 octubre, 2004
Como liberar rehenes?
MARY KALDOR
La irrupcion de la captura de rehenes en el orden del dia de la
politica internacional y en las vidas de los ciudadanos de a pie de
todo el mundo (tanto los que se ven afectados directamente como los
que consumen el fenomeno a traves del espectaculo de los medios) no
es totalmente nueva.
Pero mientras que pasados incidentes como la crisis de los 444 dias
en la Embajada estadounidense en Iran o la captura de occidentales en
Libano en la decada de los ochenta podian entenderse como
ramificaciones especiales de crisis de seguridad determinadas, el
secuestro de rehenes en la era de la "guerra contra el terrorismo" ha
adquirido facetas nuevas y perturbadoras que reflejan la cambiante
relacion entre la guerra y la politica.
Chechenia e Irak revelan esta nueva realidad en su aspecto mas
brutal. El asedio de Beslan, en Osetia del Norte, fue el ultimo de
una tragica serie (Budionovsk, 1995; Kizlyar, 1996; Moscu, 2002),
mientras que la proliferacion de secuestros de trabajadores
extranjeros (periodistas, voluntarios, empleados subcontratados) en
Irak indica un patron de conducta que refleja no solo la presencia
activa de grupos radicales individuales, sino un desorden politico e
incluso moral mas profundo en el que todos los que son testigos de el
estan involucrados de alguna manera.
Para comprender que esta ocurriendo y como nosotros (ciudadanos,
gobiernos, familiares, ONGs, observadores mediaticos) podemos
responder de la mejor manera al secuestro de rehenes, es necesario
evaluar tanto la diferencia entre las guerras "viejas" y las "nuevas"
como las principales estrategias empleadas actualmente por los
Estados en funcion de la experiencia en este campo.
Recuerdo una visita que hice a Baku, en Azerbaiyan, como miembro de
una delegacion de la Asamblea de Ciudadanos de Helsinki, cuando el
pais se hallaba en plena guerra con Armenia por el disputado
territorio de Nagorno-Karabaj en 1992. Un promotor de la construccion
de nacionalidad rusa se acerco a nosotros y nos pregunto si podiamos
ayudarle a encontrar a su hijo, al cual habian hecho rehen en
Armenia. Viajamos con el hasta la frontera y hablamos con las
autoridades locales. Nos dijeron que el hijo del promotor habia sido
secuestrado por una familia en Armenia, que se negaba a liberarle
hasta que su propio hijo, que habia sido secuestrado en Azerbaiyan,
fuera liberado. Esto sin duda describia una extensa cadena de
secuestro de rehenes.
Nos sugirieron que nos dirigieramos a un ex agente del KGB al otro
lado de la frontera armenia. Negociamos un alto el fuego temporal
para poder cruzar la frontera. Nuestros interlocutores armenio y
azerbayano se conocian entre si bastante bien desde antes de la
guerra, y parecian estar abrumados por lo que estaba ocurriendo.
Cuando llegamos al otro lado nos recibio el agente del KGB, que
llevaba uniforme militar y gafas de sol Ray-ban, con un crucifijo
plateado colgado del cuello. Le dimos los nombres de los jovenes
rehenes.
Esta historia en concreto tuvo un final feliz. Los comites de la
Asamblea de Ciudadanos de Helsinki tanto en Azerbaiyan como en
Armenia pudieron emplear la informacion que recogimos para ejercer
presion sobre las autoridades de ambos bandos. El 12 de mayo de 1994,
cientos de rehenes fueron liberados en la zona de la frontera por la
que nosotros habiamos cruzado.
Pero hay otras guerras en las que los rehenes no tienen tanta suerte.
Como mucho son intercambiados por dinero, por armas o incluso por
cadaveres. Pero tambien son obligados a luchar, son violados o
mutilados, mantenidos en cautiverio durante anos o asesinados a
menudo de forma macabra.
Las guerras contemporaneas son muy distintas de las guerras clasicas
del pasado en las que los soldados luchaban contra otros soldados, e
incluso de las mas recientes "guerras menores", en las que los
adversarios son al menos combatientes reconocibles, como las
guerrillas o las unidades paramilitares. En esta nueva forma de
guerra, las batallas son poco frecuentes; casi toda la violencia la
padecen los civiles, y la distincion entre guerra como tal, crimen
organizado y violaciones de los derechos humanos se diluye cada vez
mas.
Estas guerras estan transformando la relacion entre la politica y la
violencia. En lugar de ser la politica la que sufre la persecucion a
traves de metodos violentos, es la propia violencia la que se
convierte en politica. No es el conflicto lo que lleva a la guerra,
sino la propia guerra la que genera el conflicto. Los insurgentes o
combatientes terroristas intentan establecer el control politico
asesinando o intimidando a los que son "diferentes", ya sea desde el
punto de vista politico, etnico o religioso. Esto genera miedo y odio
entre todos los grupos sociales involucrados.
Los exodos de poblacion, las violaciones en masa, la destruccion de
edificios y simbolos historicos, no son efectos secundarios de la
guerra, sino parte de una estrategia deliberada.
Los actos de violencia espectacular, como la decapitacion, la
mutilacion de extremidades, la destruccion de mezquitas del siglo XVI
(como las de Banja, Luka o Bosnia) o de estatuas budistas (como en
Bamiyan, Afganistan) estan dirigidos a resaltar y dar autenticidad a
la idea de guerra santa, una lucha epica entre el bien y el mal.
Estas guerras suelen librarse en lo que se conoce como Estados
"fracasados" o "en camino de fracasar". Dada la falta de recaudacion
fiscal o de patrocinadores extranjeros, la financiacion para estas
guerras se consigue a traves de la violencia (saqueos, pillaje,
"derechos" en las aduanas, comercio ilegal).
Muchos analistas consideran que esta anormal economia politica se
convierte en un sistema autosuficiente y un motivo para la
continuacion de la violencia.
Chechenia e Irak ofrecen ejemplos actuales de como en la practica, la
politica y la economia se difuminan en estas nuevas guerras. En
Chechenia, los generales rusos com
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