El Observador, Uruguay
22 agosto 2013
Ararat, el símbolo de una eternidad
Hace 40 años un equipo armenio logró la hazaña de ser campeón
soviético con el empuje de un emblema nacional que sigue en territorio
de un estado que quiso aniquilar un pueblo y una cultura milenaria
Un reciente viaje por la capital de Armenia, Erevan, me permitió
conocer algunas historias perdidas en el mundo del deporte.
La que más me cautivó fue la del FC Ararat Ereván, que en 1973, hace
ya 40 años, consagró por primera y única vez a un club armenio en la
poderosa liga soviética, extinta en 1991.
De los 15 países en que se desmembró la potencia más grande de la
historia del deporte, Armenia es el más pequeño: 29.800 km2, un
poquito más grande que Tacuarembó.
Hasta aquel 1973 solo equipos de Moscú, Ucrania y una vez de Georgia
(Dínamo Tblisi en 1964) se habían consagrado campeones del torneo.
Ararat se convirtió con esa conquista en el club más popular de una
nación dueña de una cautivante cultura ancestral.
Fundado en 1935 como Spartak de Erevan, en 1940 pasó a llamarse
Dínamo. Típicos nombres soviéticos. Spartak evoca a Espartaco, el
esclavo griego que se rebeló ante el imperio romano. Y los equipos
llamados Dínamo eran los formados en los sindicatos de la industria
automotriz.
En 1954 volvió a ser Spartak Erevan hasta que en 1963 adoptó su nombre
actual. Su camiseta es roja con vivos negros y los llaman los Águilas
Blancas, porque llevan una en el escudo junto con el 1935, año
reconocido por la UEFA y la FIFA como su fundación, a pesar del
constante cambio de nombres.
Es evidente que adoptar el nombre donde cuenta la leyenda que encalló
el arca de Noé, fue clave en la historia del equipo. Porque el Monte
Ararat es el símbolo del país a pesar de que Turquía se quedó con las
montañas años después del genocidio que se cobró la vida de más de un
millón y medio de armenios en 1915.
La simbología del Ararat se pasea por todo el centro de Ereván:
bancos, cerveza, licores, bares... También se llama así una
recomendable película de Atom Egoyan, de 2002.
En aquel 1973, el FC Ararat le ganó la Liga al ucraniano Dínamo de
Kiev, ya por entonces con cinco títulos a cuestas, y metió doblete al
conquistar la Copa.
En la Copa de Campeones de Europa de 1974-1975 quedó afuera en cuartos
de final con Bayern Múnich, que terminó campeón, al que llegó a
derrotar en Armenia por 1-0 sin poder remontar el 0-2 que traían de
Alemania.
Con la independencia del país, 1991, llegaron los años de crisis para
el Ararat que solo fue campeón en 1993 y que en 2009 se fue al
descenso.
Pyunik (Fénix por su traducción al español) es desde entonces el
equipo más ganador con 12 títulos, 10 de ellos consecutivos. Pero no
tiene arraigo popular. Lo pude apreciar en vivo, en el Sargsyan
Stadium, cuando quedó eliminado de la segunda ronda clasificatoria de
la Europa League ante Zalgiris Vilnius de Lituania.
El año pasado rozó nuevamente el descenso. A diferencia de Pyunik, en
Ararat no responden los mensajes en Facebook. Su página web anuncia en
la sección "últimas noticias" la adquisición del suizo Slavisa Dugic,
considerado como el nuevo Van Basten. Pero dicha operación se remonta
al año 2002.
Pero así y todo sobrevive. Como un pueblo que resistió el dominio
extranjero durante siglos y siglos (persas, romanos, bizantinos,
árabes o mongoles). Como esa nación que se aferró a la vida cuando los
turcos-otomanos los quisieron exterminar deportándolos de Anatolia,
violando, secuestrando niños y asesinado. Simplemente, como la nieve
del Ararat en pleno verano.
http://www.elobservador.com.uy/losanillos/post/926/ararat-el-simbolo-de-una-eternidad/
22 agosto 2013
Ararat, el símbolo de una eternidad
Hace 40 años un equipo armenio logró la hazaña de ser campeón
soviético con el empuje de un emblema nacional que sigue en territorio
de un estado que quiso aniquilar un pueblo y una cultura milenaria
Un reciente viaje por la capital de Armenia, Erevan, me permitió
conocer algunas historias perdidas en el mundo del deporte.
La que más me cautivó fue la del FC Ararat Ereván, que en 1973, hace
ya 40 años, consagró por primera y única vez a un club armenio en la
poderosa liga soviética, extinta en 1991.
De los 15 países en que se desmembró la potencia más grande de la
historia del deporte, Armenia es el más pequeño: 29.800 km2, un
poquito más grande que Tacuarembó.
Hasta aquel 1973 solo equipos de Moscú, Ucrania y una vez de Georgia
(Dínamo Tblisi en 1964) se habían consagrado campeones del torneo.
Ararat se convirtió con esa conquista en el club más popular de una
nación dueña de una cautivante cultura ancestral.
Fundado en 1935 como Spartak de Erevan, en 1940 pasó a llamarse
Dínamo. Típicos nombres soviéticos. Spartak evoca a Espartaco, el
esclavo griego que se rebeló ante el imperio romano. Y los equipos
llamados Dínamo eran los formados en los sindicatos de la industria
automotriz.
En 1954 volvió a ser Spartak Erevan hasta que en 1963 adoptó su nombre
actual. Su camiseta es roja con vivos negros y los llaman los Águilas
Blancas, porque llevan una en el escudo junto con el 1935, año
reconocido por la UEFA y la FIFA como su fundación, a pesar del
constante cambio de nombres.
Es evidente que adoptar el nombre donde cuenta la leyenda que encalló
el arca de Noé, fue clave en la historia del equipo. Porque el Monte
Ararat es el símbolo del país a pesar de que Turquía se quedó con las
montañas años después del genocidio que se cobró la vida de más de un
millón y medio de armenios en 1915.
La simbología del Ararat se pasea por todo el centro de Ereván:
bancos, cerveza, licores, bares... También se llama así una
recomendable película de Atom Egoyan, de 2002.
En aquel 1973, el FC Ararat le ganó la Liga al ucraniano Dínamo de
Kiev, ya por entonces con cinco títulos a cuestas, y metió doblete al
conquistar la Copa.
En la Copa de Campeones de Europa de 1974-1975 quedó afuera en cuartos
de final con Bayern Múnich, que terminó campeón, al que llegó a
derrotar en Armenia por 1-0 sin poder remontar el 0-2 que traían de
Alemania.
Con la independencia del país, 1991, llegaron los años de crisis para
el Ararat que solo fue campeón en 1993 y que en 2009 se fue al
descenso.
Pyunik (Fénix por su traducción al español) es desde entonces el
equipo más ganador con 12 títulos, 10 de ellos consecutivos. Pero no
tiene arraigo popular. Lo pude apreciar en vivo, en el Sargsyan
Stadium, cuando quedó eliminado de la segunda ronda clasificatoria de
la Europa League ante Zalgiris Vilnius de Lituania.
El año pasado rozó nuevamente el descenso. A diferencia de Pyunik, en
Ararat no responden los mensajes en Facebook. Su página web anuncia en
la sección "últimas noticias" la adquisición del suizo Slavisa Dugic,
considerado como el nuevo Van Basten. Pero dicha operación se remonta
al año 2002.
Pero así y todo sobrevive. Como un pueblo que resistió el dominio
extranjero durante siglos y siglos (persas, romanos, bizantinos,
árabes o mongoles). Como esa nación que se aferró a la vida cuando los
turcos-otomanos los quisieron exterminar deportándolos de Anatolia,
violando, secuestrando niños y asesinado. Simplemente, como la nieve
del Ararat en pleno verano.
http://www.elobservador.com.uy/losanillos/post/926/ararat-el-simbolo-de-una-eternidad/